Los sentidos nos proporcionan la información vital que nos permite relacionarnos con el mundo que nos rodea de manera segura e independiente. Esto, por medio de las sensaciones, que son el mecanismo que tiene nuestro cuerpo para procesar todos los estímulos que recibe: luz, sonidos, sabores, frío o calor, dolor, olores, incluso las caricias, cosquillas y besos.
Si te preguntan cuál es el órgano más grande del cuerpo, lo más probable es que respondas que el corazón o tal vez los pulmones. Sin embargo, la respuesta correcta es: la piel, que además es el órgano de mayor sensibilidad táctil.
A través de la piel percibimos todo tipo de sensaciones, cada una de las cuales tiene receptores específicos: la sensación táctil "contacto", la presión, el frío, el calor y el dolor. Se estima que en la piel humana existen alrededor de cuatro millones de receptores para la sensación de dolor, 500 mil para la presión, 150 mil para el frío y 16 mil para el calor.
Los oídos, que se encuentran parcialmente alojados en el hueso temporal del cráneo, son los órganos de la audición y el equilibrio. Nos permiten percibir los sonidos y el movimiento gracias a la estimulación de receptores especializados llamados células ciliadas, que reaccionan o responden ante las ondas sonoras transmitidas por el aire y el movimiento de la cabeza.
Las fibras nerviosas que provienen de la vía auditiva y las estructuras del equilibrio forman el nervio vestibulococlear, que lleva los impulsos nerviosos al cerebro para su interpretación.
Anatómicamente, el oído está dividido en tres partes: el oído externo, recubierto de cilios y glándulas secretoras de cera; el oído medio, por el que pasan mecánicamente las vibraciones; y el interno, cuyas estructuras traducen las vibraciones a mensajes nerviosos.
El pabellón de la oreja es la parte visible, un repliegue formado casi completamente por cartílago, cubierto por piel y adherido al cráneo, con forma de embudo, que envía las ondas sonoras hacia el conducto auditivo. Este, de unos 2,5 centímetros de longitud, tiene en su entrada pelos cortos y gruesos; en su interior, glándulas sebáceas -grasa- y ceruminosas -cerumen-, y al final, una tensa membrana llamada tímpano, donde llegan las ondas, haciéndola vibrar.
Oído medio: es una cavidad llena de aire en el hueso temporal, que está entre el tímpano y el oído interno. Ligados al tímpano y también entre sí, hay tres huesos diminutos: martillo, yunque y estribo, que transfieren las vibraciones del tímpano al oído interno.
En esta parte es importante la trompa de Eustaquio, canal de unos 4 cm. de largo que conecta el oído medio con lo alto de la garganta, y cuya función es equilibrar la presión a ambos lados del tímpano. A cada movimiento de deglución, se abre la trompa y deja pasar aire al oído medio. Es por esto, que cuando sentimos los oídos tapados, al tragar se nos destapan.
Sonido y equilibrio
El caracol está subdividido en tres cámaras llenas de líquido, que se extienden en espiral y en paralelo alrededor de un núcleo óseo. En el canal central o conducto coclear está el "órgano espiral de Corti", que es el encargado de transmitir las ondas sonoras al cerebro.
Afirmado en la membrana basilar, el órgano de Corti está compuesto por células de apoyo y por miles de células ciliadas sensibles dispuestas en hileras. Cada una de estas células tiene hasta cien cilios individuales, como pelillos, que traducen el movimiento mecánico en impulsos eléctricos.
Los canales semicirculares que controlan el equilibrio son tres surcos óseos que casi forman ángulos rectos entre sí. El fluido de los canales ayuda a registrar hasta el movimiento más ligero de la cabeza: los circulares o de rotación, por medio de la cresta acústica, que es una ampolla de células ciliadas presente en cada canal; y el control de la posición de la cabeza en relación al suelo, gracias a una mancha sensorial llamada mácula, contenida en ambos sacos del vestíbulo –el utrículo y el sáculo–.
La visión
Como una ventana al mundo, el ojo recoge las imágenes que nos mantienen en contacto con la realidad. Estas no proporcionan más del 70% de la información que recibimos del exterior.
La vista es el más valioso de nuestros sentidos, ya que es el más especializado y complejo. Representa tres cuartas partes del total de nuestras percepciones.
Para que podamos ver, los rayos de luz entran en las pupilas y se registran en las retinas, en el fondo de los ojos, donde se crean imágenes invertidas. Estas se convierten en impulsos eléctricos, llevados a través del nervio óptico de cada ojo al cerebro, al lóbulo occipital, donde son interpretados.
Las neuronas -células nerviosas encargadas de la conducción de los impulsos hacia y desde el cerebro- que permiten este proceso están ubicadas en la retina y son de dos tipos: los bastones, que contienen un pigmento sensible a la luz y son capaces de discernir lo claro y lo oscuro, la forma y el movimiento; y los conos, que necesitan más luz que los bastones para ser activados.
Los conos son de tres tipos; cada uno contiene un pigmento que responde a diferentes longitudes de onda de la luz -verde, rojo y azul-. La combinación de estas longitudes de onda permite distinguir cada uno de los colores.
Cada ojo ve una imagen ligeramente diferente, pero ambos campos visuales se superponen parcialmente. Esta zona de visión binocular permite la percepción en profundidad, la capacidad para juzgar la distancia de un objeto con respecto al ojo.
Los músculos del ojo responden automáticamente a la proximidad o distancia de un objeto cambiando la forma del cristalino. Eso altera el ángulo de los rayos de luz que llegan y permite un enfoque más agudo sobre la retina. La elasticidad del cristalino disminuye con la edad. Lo mismo sucede con la velocidad y la capacidad de adaptación.
Los ojos
Para su seguridad, los ojos están profundamente hundidos en las cuencas óseas del cráneo. Revistiendo las órbitas oculares, hay una capa de grasa que amortigua los golpes y proporciona una superficie altamente lubricada para el continuo movimiento del globo ocular.
Son seis los músculos que permiten la movilidad del ojo en ocho direcciones distintas y lo sostienen. Cuatro de ellos parten del fondo de la órbita y se dirigen en línea recta hacia adelante -se denominan rectos-. Los otros dos, se insertan en el globo ocular partiendo del contorno de la órbita, moviendo el ojo en sentido vertical, por lo que reciben el nombre de oblicuos.
El globo, de 2,5 centímetros de diámetro, tiene tres capas, llamadas túnicas. La túnica fibrosa exterior tiene dos partes: la córnea, transparente y curvada, y la esclerótica. La túnica vascular media contiene el iris, el cuerpo ciliar -ligamentos que sostienen el cristalino del ojo- y el coroides, cuyos vasos sanguíneos riegan todas las túnicas. La tercera capa, en el fondo, es la retina.
El ojo tiene dos cavidades, la frontal y la del fondo. Las cámaras anterior y posterior de la cavidad frontal están llenas de humor acuoso, un fluido que aporta oxígeno, glucosa y proteínas. La cavidad del fondo contiene un gel claro llamado humor vítreo. Producidas por el cuerpo ciliar, ambas sustancias contribuyen a lograr una presión interna constante que mantiene la forma del ojo.
Los ojos dependen de estructuras accesorias que los apoyan, mueven, lubrican y protegen. Estas son los huesos orbitales -que son los que contienen el globo ocular-, los músculos del globo, las cejas, los párpados, las pestañas y las glándulas y conductos lagrimales. La visión puede ser afectada si cualquiera de estas estructuras está irritada, infectada o mal formada.
El Olfato
El olfato es el más sensible de los sentidos, ya que unas cuantas moléculas -es decir, una mínima cantidad de materia- bastan para estimular una célula olfativa. Detectamos hasta diez mil olores, pero como las estructuras olfativas, al igual que el resto de nuestro cuerpo, se deterioran con la edad, los niños suelen distinguir más olores que los adultos.
Además de advertirnos de peligros como el humo y los gases tóxicos o venenosos, el olfato contribuye con el gusto, estimulando el apetito y las secreciones digestivas.
La nariz es el órgano por el cual penetran todos los olores que sentimos desde el exterior. Es un cuerpo saliente del rostro, ubicado entre la boca y la frente, por debajo de la cavidad craneana.
El olfato está relegado al fondo y a lo alto de la nariz, cuyo interior está constituido por dos cavidades, las fosas nasales, separadas por un tabique. Cada fosa se divide en dos partes: la anterior o vestíbulo, cubierta por una membrana mucosa llamada epitelio olfativo, y la posterior, recubierta por la mucosa nasal, que es donde se encuentran los receptores olfativos que nos permiten captar los distintos olores. Cada célula receptora termina en pequeños pelitos, desde seis a 20, llamados cilios. Estos están conectados a columnas de células que sirven de soporte a los receptores del olfato.
El gusto
La lengua es el órgano principal del gusto y también cumple un rol importante en la articulación de los sonidos, la masticación, la deglución y la succión.
Este sentido, además, es un poderoso auxiliar de la digestión, ya que sabemos que las sensaciones agradables del gusto estimulan la secreción de la saliva y los jugos gástricos.
La lengua es el órgano principal del gusto y también cumple un rol importante en la articulación de los sonidos, la masticación, la deglución y la succión. También tenemos sentido del gusto, aunque en menor medida, en el paladar, la garganta y la epiglotis.
La lengua es un cuerpo carnoso de gran movilidad, ubicado al interior de la cavidad bucal. Su superficie está cubierta por pequeñas papilas, que son de tres tipos. Las caliciformes y las foliadas o fungiformes tienen papilas gustativas, mientras que las filiformes son papilas táctiles y registran la temperatura. Las papilas gustativas son las más importantes, ya que son estas las que nos permiten tener el sentido del gusto.
A pesar de lo que nos pueda parecer, percibimos cuatro sabores: en la parte delantera de la lengua captamos el sabor dulce; atrás, el amargo; a los lados, el salado y el ácido o agrio .
El resto de los sabores son sensaciones, producto de la combinación de estos cuatro, estimuladas por los olores emanados de los alimentos que consumimos.
1 comentario:
Muy buen sitio, felicitaciones.
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